domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Vago yo? Noo

Y pasábamos todos los días juntos. Incluso los sábados y los domingos. Siempre hacíamos cosas distintas, que los con años se transformaron en variadas repeticiones derrapantes.
Muchas veces ibamos al cine, cosa que me encantaba y al él no tanto. Mientras yo disfrutaba de la emoción que me provocaba cada película, él se la pasaba comiendo y derramando comentarios que nada se relacionaban con las actuaciones de los magníficos actores. Las únicas películas que el si disfrutaba eran las de terror, cosa que detesto. Siempre me generaron miedo y a él, en cambio, no.
Con el tiempo, dejamos el cine para terminar viendo películas en su casa. Ya ni salíamos, y todo se reducía a un "hola" y un "chau". No nos gustábamos para nada. Pero seguíamos juntos por la simple costumbre de estarlo.
No me quería llevar a bailar, ni a ningún lugar que implicara que tenga que vestirme mejor. Su obsesión celosa impedía verme como lo que era: una persona común que ansiaba hacer cosas comunes.
Y así como seguíamos juntos, así seguían las peleas. Esas escandalosas, con gritos y reclamos al mejor estilo artístico. Esas que no solo nos involucraba a nosotros, sino también a mi familia dado que siempre sucedían en mi casa.
Y así como seguíamos juntos, así él seguía sin hacer nada. Y me enteré gracias a su madre (la vieja verde esa) que lo desmintió. Lo había seguido durante una de esas mañanas lluviosas en las que no da para hacer nada, porque supuestamente "iba a la facultad". La cuestión es que la madre lo seguío durante varias cuadras caminando atrás de él, con un paraguas prácticamente roto, que ni "paraguas" debería llamarse. Lo siguió hasta que vió que entró a un local con un gran cartel encima color amarillo con letras negra titilando GIMNASIO. Y ahí se le armó la gorda. No solo por mentir, y decir que iba a la facultad cuando no lo hacía, sino también porque estaba haciendo pagar una facultad a la que no iba. Porque claro! El no podía ir a una del Estado! Era mucho trabajo, muchas horas. Por ende, si el tenía que estudiar, perdíamos tiempo. ¿tiempo para qué? No sé. Pero mucho tiempo perdí yo. O no.